martes, 28 de octubre de 2008

Video:Llevame de kudai

Todos hemos tenido alguna vez un ídolo...

Desde siempre, la música ha tenido un rol protagónico en culturas, tradiciones y pueblos.
Entorno a ella se han estructurado ritos y desarrollado danzas -algunas ancestrales y otras milenarias, que han plantado las semillas para las generaciones venideras.

Para muchos, es la fuerza creadora de la sociedad, que inyecta positivismo y estimula ideales; mientras que para otros es una herramienta de alienación y malas conductas.


No importa en qué década vivamos, ni mucho menos si es hombre o mujer. Lo cierto es que todos hemos tenido alguna vez un ídolo o un grupo musical a quien seguir o tener como referencia.
Pero ¿qué sucede cuando los rítmicos acordes de una música se combinan con la cara visible de un cantante, cuyos movimientos, estilos y vestimentas enloquecen y fanatizan a miles de jovencitos en el mundo?







Para el psicólogo clínico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Andrés Moltedo, la posibilidad que un adolescente imite las conductas de su ídolo son altas.
"De hecho es así; es muy frecuente verlo en los grupos de rock satánico, donde muchos de sus seguidores se creen el cuento y terminan realizando conductas indebidas que están legitimadas por el modelo que siguen".



Estudios realizados en Estados Unidos, como el de Kendall en 1998, advierten que un porcentaje importante de adolescentes informó haber experimentado fuertes emociones negativas al escuchar una determinada música o cantante, lo que habría incrementado sus comportamiento antisociales o inapropiados.


Sin embargo, más allá de las investigaciones, todos los expertos en el tema coinciden en que la fortaleza del grupo familiar y el apoyo al adolescente son clave para evitar estas conductas extremas. Asimismo, advierten que las prohibiciones extremas, de oír música o seguir a algún ídolo, puede afectar la confianza. La salida siempre es el diálogo.

Este es un resumen , si deseas leer todo el articulo has click aquí.

INFLUENCIA DE IDOLOS EN LOS JOVENES

Desde siempre, la música ha tenido un rol protagónico en culturas, tradiciones y pueblos. Entorno a ella se han estructurado ritos y desarrollado danzas -algunas ancestrales y otras milenarias- que han plantado las semillas para las generaciones venideras.
Para muchos, es la fuerza creadora de la sociedad, que inyecta positivismo y estimula ideales; mientras que para otros es una herramienta de alienación y malas conductas.
No importa en qué década vivamos, ni mucho menos si es hombre o mujer. Lo cierto es que todos hemos tenido alguna vez un ídolo o un grupo musical a quien seguir o tener como referencia.
Pero ¿qué sucede cuando los rítmicos acordes de una música se combinan con la cara visible de un cantante, cuyos movimientos, estilos y vestimentas enloquecen y fanatizan a miles de jovencitos en el mundo?
¿Qué factibilidad hay, en que un adolescente, en plena formación de su identidad siga los intentos de suicidios de Britney Spears; el consumo de drogas de Whitney Houston o las prácticas bisexuales de Madonna?
Las respuestas
Para el psicólogo clínico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Andrés Moltedo, la posibilidad que un adolescente imite las conductas de su ídolo son altas.
"De hecho es así; es muy frecuente verlo en los grupos de rock satánico, donde muchos de sus seguidores se creen el cuento y terminan realizando conductas indebidas que están legitimadas por el modelo que siguen".
Según el profesional, los más vulnerables y expuestos de hacerlo, son los jóvenes con problemas sociales, con escaso apoyo familiar y económico "que no tienen una cultura de valores que les permita darse cuenta que lo que hace su ídolo es un mal ejemplo para ellos".